03/06/2010
Explorando la ciudad rosa del desierto (II).
Desfiladeros, escaleras infinitas talladas en la piedra de las montañas, laberintos ocultos y sendas intrincadas para llegar a las cimas. AhÃ, los nabateos, arquitectos de la piedra y el agua, erigieron los lugares más sagrados de Petra: el altar de los sacrificios y los misteriosos obeliscos de Dushara y al'Uzza.
Los nabateos fueron los más grandes ingenieros del desierto, no sólo por los fascinantes edificios que se han hecho célebres desde tiempos remotos, sino por la extraordinaria red de canales y cisternas que construyeron a lo largo de todo el enclave para aprovechar la escasa agua de la que disponÃan.
AquÃ, en mitad del desierto de la Arabia Pétrea, la temporada de lluvias es muy corta: se reduce a una o dos semanas durante el invierno, y cuando llueve lo hace de manera torrencial.
Los nabateos, si querÃan que su capital fuera la meca de las caravanas, necesitarÃan aprovechar cada gota que cayera para satisfacer las necesidades de sus habitantes y las de los miles de visitantes y animales que hasta allà llegarÃan.
Pero, ¿cómo consiguieron hacerlo?
El Siq, la insólita garganta por la que se accede a Petra, era en realidad la cárcava por la que el rÃo Wadi Musa se precipitaba con grandes avenidas en la época de lluvias.
El resto del año, el lecho del Siq era un camino de piedras que conducÃa a un gran circo cerrado rodeado de altas montañas, un extraño lugar donde los nabateos supieron ver una fortaleza natural, un enclave inmejorable para levantar su capital, fácil de defender de las amenazas enemigas y con un suministro de agua que, bien planificado, abastecerÃa a mucha gente durante todo el año.
Los nabateos se consagraron como auténticos ingenieros hidráulicos, creando una red de abastecimiento y almacenamiento de agua que fue -y sigue siendo- objeto de admiración de las civilizaciones posteriores.
Desviaron el cauce del rÃo Wadi Musa para que las riadas de la estación de las lluvias no entraran por el Siq, arrasando a su paso la ciudad que planeaban levantar.
Al mismo tiempo, esculpieron un canal a lo largo de todo el desfiladero que recogerÃa el agua que caÃa de las montañas para transportarla a las cisternas y fuentes de la ciudad.
Con esa técnica que les caracterizaba y los conocimientos del medio en el que habitaban, tallaron cientos de kilómetros de canales y horadaron todo el enclave con cientos de cisternas, muchas de ellas de más de 10 metros de profundidad.
Asegurando el abastecimiento y la abundancia de agua, los nabateos hicieron que Petra se convirtiera en una escala imprescindible en las rutas caravaneras. DÃa a dÃa, crecÃa el número de caravanas, mercaderes, peregrinos, viajeros…
Las riquezas llegaban a Petra a borbotones y su fama se extendÃa por todos los rincones del mundo conocido.
Se podÃa pasear a la sombra de frondosos árboles, admirar flores de intensos perfumes, oÃr el chapoteo del agua cayendo de numerosas fuentes… y en sus calles repletas de puestos de compra, venta o trueque, podÃa encontrarse casi cualquier cosa que uno deseara.
También construyeron un gigantesco teatro con capacidad para 8.000 espectadores.
El graderÃo, fiel a su estilo, fue tallado enteramente sobre la montaña. Se siguieron las pautas de los teatros romanos de la época, dando muestra, una vez más, de su vocación cosmopolita y su afán por asimilar lo mejor de las culturas y los modelos artÃsticos que de Oriente y Occidente recalaban en sus puertas.
La ciudad se dividÃa en dos zonas: la formada por las paredes de las montañas, que estaban consagradas a edificios funerarios, rituales o monumentales, y la zona llana o central donde los nabateos levantaban sus edificios públicos, casas y calles. Esta vez sÃ, piedra sobre piedra, mediante albañilerÃa.
Algo me llama la atención durante el trayecto: veo muchas tumbas y triclinios funerarios, veo restos de edificios importantes de clara influencia arquitectónica romana o helenÃstica, pero… ¿y los templos y lugares sagrados de culto propiamente nabateo?
Girándome hacia mi guÃa, le pregunto por qué no vemos ningún espacio de este tipo. Y apuntando con su dedo hacia el cielo, me dice: "Porque ellos oraban allà arriba, junto a las nubes."
Al poco, iniciamos la ascensión por una sinuosa escalera que se interna hacia las montañas. Los escalones, tallados hace 2.500 años, están muy erosionados en algunos tramos. El camino es uno de los itinerarios más sobrecogedores del complejo arqueológico.
Prevenido de la dureza de la ascensión, tomo un ritmo constante, acompasando mi respiración. Al ganar altura, las montañas empiezan a enseñar sus caras ocultas, paisajes prodigiosos imposibles de ver desde abajo.
100. 200. 300 escalones. Las fachadas de las tumbas asoman por todos los rincones; algún beduino pastorea con sus cabras.
400. 500. 600. Empiezan a pesar tantos peldaños. Parado para tomar aire, me quedo embobado observando las irisaciones multicolores de las rocas que nos rodean.
700. 800. 900 peldaños. La temperatura es gélida, pero el sudor me corre por la cara y la espalda. Waleed, el guÃa, maldice el cigarrillo que ha fumado después de desayunar, y yo, con la respiración entrecortada, ya no miro a ningún lado, sólo al siguiente escalón que tengo que abordar, que cada vez parece más alto.
Por fin, a la vuelta de un recodo, en una pequeña cima, aparecen dos extraños obeliscos de proporciones colosales. El dios de los nabateos, la piedra, representado en estas dos figuras por las divinidades de Dushara y Al'Uzza.
Lo más fascinante de todo es que los obeliscos no están colocados sobre el suelo, sino que emergen de él. Para dejarlos al descubierto, rebajaron la cima de la montaña más de 10 metros a su alrededor. ¡La técnica de construcción nabatea era realmente asombrosa!.
Un poco más lejos, subiendo a la cima más alta del entorno por un último tramo de escaleras, se llega al Jabal el-Madhbadh, el Alto Altar del Sacrificio, el lugar más sagrado e importante de Petra: un santuario con un gran triclinio, varios altares para las ofrendas y, cómo no, cisternas excavadas para recoger el agua que se utilizarÃa en las ceremonias. Desde aquÃ, las vistas de Petra son espectaculares.
Después de un rato en el que el dios pétreo de los nabateos nos regala unos minutos de sol para disfrutar de este lugar mágico, comenzamos a bajar de nuevo hacia la zona central de Petra, desde donde seguiremos nuestra visita hacia el célebre monasterio de Ad-Dayr.
A lo largo del descenso me topo con nuevas sorpresas talladas en la piedra que sugieren que esta abrupta senda debió tener el carácter de "camino sagrado". En el fondo de la garganta, en un recodo, aparece esculpida la figura monumental de un león.
El lugar se llama la Fuente del León, y de su boca mana el agua interrumpidamente durante todo el año.
Avanzando por la VÃa Columnata en dirección Este, al término de la calzada, comienzo una nueva ascensión, ahora hacia el gran monasterio rupestre de Ad-Dayr. Otra vez ante nosotros, una escalera interminable tallada en lo más abrupto de una angosta garganta.
Los escalones, cerca de mil, trepan sin misericordia para salvar las pendientes casi verticales del Jabal Ad-Dayr. Por el camino diviso grupos de beduinos tomando té para calentarse.
Tras 40 minutos de esfuerzo, llego a la cima, donde se abre una gran explanada. A la derecha, sobre la ladera de la montaña, la colosal fachada de Ad-Dayr.
El monasterio, de 40 metros de alto por 50 de ancho, está encajado y esculpido a base de vaciar pacientemente la montaña, en la cara más protegida de la terrible climatologÃa de esa cima.
Ad-Dayr se considera la fachada que mejor ilustra el gusto y estilo arquitectónico nabateo, un lugar de culto importantÃsimo para este pueblo que, a golpe de mazo y cincel, convirtió Petra en una joya, un jardÃn fresco y sombreado, un lugar sin parangón para asombro y admiración de todas las generaciones venideras.
Instruidos de la piedra y el cincel, eruditos del desierto, doctos en hidráulica… los nabateos, un pueblo casi desconocido, padre del actual mundo árabe, que dejó Petra en herencia a la humanidad para irse después en silencio, como hacen los hombres sabios.
Estos artÃculos se publican también en la página web "quesabesde.com"
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